miércoles, 7 de octubre de 2015

CUENTOS INFANTILES - PERFECTOS PARA HACER VOLAR LA IMAGINACIÓN



CUENTOS INFANTILES


La confianza


Un buen día de verano, estaban tres buenos amigos que estaban siempre juntos conversando mientras paseaban. Uno de ellos planteó qué pasaría en el futuro cuando sus caminos se separasen. Los otros dos se miraron y quedaron pensativos reflexionando a cerca de donde irían. Uno de ellos dijo en alto: “Seremos el agua, el fuego y la confianza”.
Tras unos instantes, el agua comentó: "A mi si algún día nuestros caminos se separan y queréis encontrarme, buscarme en algún lugar muy húmedo, por ejemplo un río o un prado." Los amigos asintieron con la cabeza.
Entonces prosiguió el fuego: "Chicos si algún día nos separamos y queréis hallarme, buscarme en lugares calurosos y secos." Los otros dos colegas se miraron y se sonrieron con complicidad. 
Finalmente la confianza habló: “Pues si algún día nos separamos, no me busquéis, porque jamás volveréis a encontrarme”.
Moraleja: No defraudéis a la gente que amáis, porque la confianza nunca se recupera del todo. Se necesitan mucho tiempo para construirla y tan solos unos segundos para perderla.



El rey que odiaba las batallas


Erase una vez un Rey que gobernaba en Escocia y odiaba la violencia. No le gustaban los tiempos de guerra ni practicar deportes que hicieran daño al medio ambiente como la tala de árboles, muy popular entre la nobleza.
El rey prefería permanecer en el interior de su castillo y dedicar su tiempo libre a dar paseos por sus jardines o a leer junto a la chimenea. Por el contrario, la reina se ahogaba dentro del castillo, bordar le parecía un aburrimiento y necesitaba salir a menudo para respirar el aire puro del campo.
Cuando el matrimonio hablaba de una posible batalla, la cara del Rey se descomponía preso del miedo. Sin embargo, la reina sentía una emoción y deseo desmedido por participar en una contienda.
Un buen día, los soldados pidieron a su majestad el Rey que los dirigiera en un combate para acabar con los problemas de una parte del reino y el Rey se puso muy nervioso. En la intimidad de la alcoba, el Rey reconoció a la Reina que se sentía muy mal por tener que acudir a la llamada de los soldados. La reina, preocupada por su esposo, le propuso ir ella al campo de batalla, en lugar de él y así procedieron. Lo prepararon de tal forma que nadie se enteró.
La reina pidió al rey que se encerrara en sus aposentos sin salir en todo el día, ni abriera la puerta, ni hablara con nadie. A continuación, la reina se puso la falda y el casco de Rey y ocultando su cara y simulando una voz ronca, ordenó al servicio que le llevaran a la reina té y pastas, pero que las dejaran en la puerta de entrada al dormitorio. Posteriormente, se fue al campo de batalla a dirigir a los soldados.
La reina ganó la contienda y regresó a palacio a contarle a su esposo la victoria. Mientras tanto, el Rey se había dedicado a deshacer y rehacer un bordado que la reina había comenzado de forma liosa. Al día siguiente, cientos de soldados se dirigieron al palacio a honrar a su rey por la victoria sin saber que el merito era de su reina.
Sus majestades tuvieron cinco príncipes y cinco princesas y siempre que había una batalla, la reina se vestía de rey y se iba al campo de batalla. Así vivieron felices. Nadie, ni siquiera sus hijos, se enteraron nunca de que la reina no sabía dar una puntada y que el Rey nunca pisó el campo de batalla.
Moraleja: Nadie tiene por qué cumplir con las expectativas marcadas por los demás si no siente que quiere hacerlo.




EL MAGO DE OZ

Había una vez una niña llamada Dorita que vivía en una granja de Kansas con sus tíos y su perro Totó. La niña adoraba a su fiel cachorro y le encantaba jugar y pasear con él. Un buen día, durante uno de sus paseos, notó un fenómeno extraño; se trataba de un tornado que se aproximaba en dirección a su casa. Intentó huir con Totó para entrar en la casa, pero el tornado se los tragó.
A través del tornado, llegaron a un lugar desconocido para ellos, donde encontraron extraños personajes y un hada que les indicó que debían seguir el camino de baldosas amarillas para visitar al Mago de Oz que les ayudaría a regresar a casa.
En el camino se encontraron con un espantapájaros que quería encontrar al Mago de Oz para conseguir un cerebro con el que pensar. Trascurrido un rato, conocieron a un hombre de hojalata, cuyo mayor deseo era conseguir un corazón de verdad y más adelante se cruzaron con un león que lloraba de pena porque quería ser valiente. Dorita y Totó animaron al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león a acompañarles a visitar al Mago de Oz para ver si podía ayudarles a cumplir sus deseos. Estos aceptaron la propuesta y juntos se pusieron en marcha.
Después de horas caminando, los amigos consiguieron llegar al país de Oz donde un guardián les abrió la puerta y les dirigió al lugar donde se encontraba el Mago de Oz. Le contaron sus deseos y éste prometió ayudarles a cambio de que ellos acabaran con la vida de la bruja más cruel del reino. Ellos aceptaron el acuerdo y pusieron rumbo a su objetivo; acabar con la malvada bruja.
Al salir del castillo, atravesaron un campo de amapolas y al respirar el intenso aroma cayeron en un profundo sueño y fueron secuestrados por una manada de monos que trabajaban para la malvada bruja. Al despertar y ver a la bruja se asustaron y Dorita, en un impulso, arrojó un cubo de agua a la cara de la bruja. De repente, el cuerpo de la bruja se trasformó en agua y desapareció. Sin saberlo, Dorita había roto el hechizo y la vieja mala nunca volvió a molestar a nadie.
Sus deseos se hicieron realidad excepto el de Dorita y Totó que seguían sin poder volver a casa. Acudieron a ver al Mago de Oz y Totó, que era un perro muy curioso, observó que el mago era un anciano y que había creado un globo mágico para abandonar el país de Oz. Dorita y Totó se montaron con él en el globo, pero Totó, al asomarse a ver las vistas, se cayó y Dorita saltó para salvar a su amigo. Mientras caía, la niña soñó que un hada le decía: “Si quieres regresar a casa, tendrás que repetirte a ti mismo <<en ningún sitio se está como en casa>>. Y la joven así hizo. Cuando despertó del sueño, oyó el grito de sus tíos. Todo había sido un bonito sueño que nunca olvidaría y en el que había hecho grandes amigos.





El Cofrecito de Alejandra: Padres Educando con Amor

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